El químico estadounidense Eric Stroud asegura haber encontrado una sustancia que puede ahuyentar a los más temibles predadores del océano: los tiburones. Y lo más curioso es que no lo hace para protegernos de sus mordeduras, sino para protegerlos a ellos de la sobrepesca y contribuir así a su conservación.
Su empresa SharkDefense está fabricando imanes hechos a base de hierro, boro y neodimio para repeler a los escualos. Según el investigador, los tiburones tienen sensores eléctricos en sus hocicos llamados ampollas de Lorenzini, y los biólogos creen que los tiburones los usan para detectar el latido del corazón de sus presas y para navegar usando el campo magnético de la Tierra. Al agitar un imán frente a un tiburón, posiblemente esos sensores eléctricos se alteran. "Es algo que los ciega, como un rayo de luz", aclara Stroud. Su empresa también fabrica anzuelos inteligentes (smart hooks en inglés) imantados y revestidos con un metal raro, como el samario, el neodimio o el praseodimio. Algunos ensayos con este sistema muestran una reducción de entre el 60 y el 70% de los tiburones capturados.