Cuando un organismo se está desarrollando, cuando se cierra una herida o cuando los tumores cambian de lugar (metástasis), en todos estos casos, las células implicadas se deben mover colectivamente. Científicos del Instituto de Bioingeniería de Catalunya (IBEC) han descubierto que estos grandes desplazamientos celulares ocurren a modo de ondas y "a empujones". Las conclusiones se publican en la revista Nature Physics. "Las células en general son muy pequeñas y no tienen una masa muy importante por lo que las ondas que forman no son como las del mar donde la principal fuerza física es la gravedad" explica Xavier Trepat, coautor del estudio, a la agencia SINC. "Son ondas de ‘deformación’ en las que las células interaccionan unas con otras, empujándose y cambiando de forma". El efecto se podría comparar con el que produciría ver desde el aire un atasco de tráfico donde algunos coches avanzan y otros los siguen después de un ligero retraso para llenar los huecos. Aunque las células del cuerpo, a diferencia de los coches se empujan y se estiran las unas a las otras, provocando un fenómeno mucho más complejo. Si bien hace mucho que se sabe cómo funcionan las ondas mecánicas de la materia inerte, hasta ahora no se habían observado en materia viva. Estas oleadas avanzan a aproximadamente un milímetro por día y están entre las ondas más lentas jamás descubiertas. Por otro lado, los científicos han descubierto que el movimiento de un tejido multicelular está originado por un patrón de tensión mantenido en el tiempo y en el espacio. “Las fuerzas físicas pueden actuar como señales que activen las redes de proteínas reguladoras, es decir, los eventos biológicos, sean buenos o malos”, apunta el experto.