jueves, 5 de enero de 2012

La tecnología fue clave en la solidaridad con Fukushima


El 11 de marzo de 2011 Japón sufría una triple tragedia: un terremoto de magnitud 9 en la escala de Richter, un tsunami con olas de hasta diez metros de altura y la crisis nuclear en Fukushima. Más de 13.000 personas muertas y 14.000 desaparecidas en un desastre sin precedentes en la historia del país. Sin embargo, la reacción de la sociedad ante la catástrofe fue asombrosa. En medio del caos sembrado tras el seísmo y con la amenaza de continuas filtraciones de radiación tras las explosiones de la central nuclear de Fukushima, los japoneses reaccionaron con un admirable civismo: los saqueos y robos fueron anecdóticos, las personas se organizaban para cocinar y limpiar los escombros de las casas vecinas, las filas para recibir ayudas se respetaban con paciencia y no había peleas a muerte por un trozo de comida. Toda la población mundial se volcó también con Japón. Una vez más, el papel de las redes sociales fue clave en las acciones de solidaridad internacional. Un ejemplo fue la campaña de la ONG Save the Children para ayudar a los damnificados, que convocó una cita masiva en Twitter el 17 de marzo para ayudar a conseguir más participantes. Durante 10 minutos, todos los tuiteros lanzaron mensajes con el hastag #10forJapan y adjuntando el enlace donde los usuarios podían hacer sus donaciones. Además, la compañía Zynga también colaboró con la campaña a través de siete de los juegos que desarrolla para las redes sociales. Asociaciones y colectivos de todo el mundo se organizaron para apoyar al pueblo japonés. Miles de muestras de solidaridad que nos enseñan que, en los momentos difíciles, el ser humano es capaz de reaccionar y volcarse con sus semejantes. Y, gracias a los adelantos tecnológicos y las redes sociales, más fácilmente si cabe. Además, para muchos, la reacción mundial y en especial la del pueblo japonés no fue nada extraño, pues la filosofía oriental tiene como principales valores la familia, el respeto a la autoridad, el progreso colectivo, el valor de la familia, la sabiduría, la cooperación y la autosuperación.